"Uno se enamora lentamente de Roma, poco a poco, pero para siempre" (Nikolai Gogol)

domingo, 12 de septiembre de 2010

La Roma mágica


Los aficionados al ocultismo y a lo esotérico, tienen una Roma mágica que no deben perderse. Muy cerca del Esquilino, a sólo unos cientos de metros de la basílica de Santa María Maggiore, se encuentra uno de los rincones más mágicos de una Roma sorprendente hasta en mínimos detalles. En la piazza de Vittorio Emanuele II se encuentra la Porta Alchemica, es decir, la puerta alquímica o mágica.
Se trata del monumento a la alquimia más conocido del mundo y ciertamente su situación y sus características producen un halo de misterio en torno a él. La Porta Alchemica está en el extremo de la plaza más próximo al Esquilino, junto a un antiguo muro de la Roma imperial. La ajardinada plaza Vittorio está un tanto degradada y en ella es habitual la presencia de numerosos inmigrantes subsaharianos y de otras procedencias.
La puerta, de forma rectangular, está rematada por un pequeño disco con la estrella de David. Su magia reside en que en ella están grabadas extrañas y misteriosas inscripciones.
Su historia es la del marqués de Palombara, a cuya villa situada en el Esquilino, acudían en el siglo XVII alquimistas, astrólogos y amantes de las ciencias ocultas. El propio Palombara cultivaba esa afición con gran interés e incluso pasión. En cierta ocasión llegó a la villa un joven que le pidió permiso para utilizar su laboratorio y allí experimentar. Palombara, obsesionado por descubrir la fórmula alquímica para conseguir oro de otros metales o incluso de productos vegetales, acogió al joven en su casa como a tantos, pero un día desapareció de allí misteriosamente. En el laboratorio dejó restos de oro y varios pergaminos con extrañas fórmulas escritas.
El marqués consultó a científicos para descifrar esos signos anotados pero fue en vano. Ante la incapacidad para conseguirlo se le ocurrió la idea de inscribir en una de las puertas del jardín de su villa esas misteriosas fórmulas, con la idea de que alguien que pudiera verlas supiera interpretarlas adecuadamente y poder así fabricar oro.
En el siglo XIX la villa Palombara fue derribada al realizarse una profunda remodelación urbanística en el Esquilino. Sin embargo se conservó la puerta que fue colocada en los jardines de la plaza Vittorio Emanuele II.
Convengamos ahora que la moderna alquimia sería la bisutería, la fabricación de abalorios con pobres materiales a fin de hacerlos parecer joyas preciosas. Algo más de cuatrocientos años después de que el joven, que se llamaba Giuseppe Francesco Borri dejara sus fórmulas en el laboratorio de la villa Palombara, en el área de la actual Roma ocupada por Via Carlo Alberto y Via Merulana, entre la piazza Vittorio y la basílica Santa María Maggiore, ha florecido la moderna alquimia en forma de establecimientos en los que se venden todo tipo de productos para fabricarse uno mismo collares, colgantes, pulseras y demás abalorios. Regentados todos ellos por ciudadanos chinos, todos esos establecimientos forman una especie de hipermercado de la manufactura de bisutería. El Esquilino, de esta forma, sigue atrayendo a alquimistas dispuestos todos ellos a fabricarse abalorios con sencillos metales como el aluminio, el acero inoxidable, el estaño o minerales pulidos.
La paradoja de todo ello es que hayan sido los chinos quienes se instalaran en la Roma alquímica para ‘descubrir’, aunque sea a su manera, lo que tanto buscó Palombara.